La voluntad no puede ser plena porque se soporta en la carne, una pata de barro; en consecuencia, sólo es una idea de fortaleza, de la misma contextura que la carne, ante su sueño de inmortalidad. Susceptible al fracaso, se apoya en trucos y miles de autoengaños (hasta en veleidades), siempre imaginándose que ha de prevalecer sobre su inevitable quiebra. A lo más que puede aspirar es que digan que su portador, después de muerto, fue cónsono con sus determinaciones hasta el final. ¡Vaya hoja vanidosa de olivo!
sábado, 18 de julio de 2009
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