Cuando el poder lo detenta un tigre, los hombres suelen favorecer para su sucesión a un conejo, a fin de ejercer manipulación. Y si es un conejo, se cansan de no ver encarnadas en él sus ínfulas de tigre. No hay paz humana, hay un imaginario de guerras y fantasías personalistas. La depredación es una cultura de la animal condición humana que atenta con acabar no tanto con la paz, sino con la vida. Porque, a fin de cuentas, ¿qué vida puede tolerarse en su propia depredación de mundos?
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